Se sube en el taxi, le mira esbozando una pícara sonrisa y le dice. ¿Por qué eres siempre tan persistente?
Él sonríe mientras el taxista cierra la puerta. Hace lo posible por aguantar su mirada. Le sostiene esos bonitos ojos y lucha consigo mismo por no bajarlos, por no ceder, por no darle más poder del que ella tiene. Del que ella es consciente de desprender.
Emite una sonrisa estudiada. Igual que lo hizo con otra ayer. Igual que lo hará mañana. Pero no hoy, no esta noche, no con ella, no con alguien cuyo interés sabe que no va a desaparecer. El taxista aguanta intranquilo. Nadie se mueve, ni ella, ni él. Sólo se miran, sólo se sienten, sólo es una lucha de poder.
Otro segundo más y él no dice nada. Sólo sonríe, el taxista acelera lentamente.
¿En serio no tiene nada más que decir? ¿Me dejará así?
Entonces abre los labios y suelta:
Algunas cenas hay que ganárselas dice él. Y nunca tuve prisa por ganar si sé que lo puedo conseguir.
El coche se aleja. Ella sonríe y dice: si sólo te hubieras ganado una cena…
¿Perdón señora hablaba conmigo?
Foto: @luismartingarcia
*Voy a escribir 30 post este mes porque me apetece escribir y para demostrar que la creatividad es un hábito. Esto lo trato en mi libro. VER EL LIBRO AQUÍ
Pinchando aquí verás todos los post de este mes: VER POST
Pinchando aquí verás TODO lo que he escrito para MUEREVACIO.
No, no. Hablaba conmigo, de mi, con él.